Apenas podía recordar quien era, un dolor de cabeza me acompañaba las últimas semanas impidiendo la mayoría de los casos recordar que había sucedido hace cinco minutos así que tampoco sabía que era. Sentía como un ser maligno me controlaba, mi hábitat natural parecía extraño y desconocido para mi cuerpo, en tierra era patosa, mi mente me ordenaba ir a lugares duros y secos donde pudiese caminar pero mi cuerpo quería estar en charcas y humedales donde una agilidad casi misteriosa me permitía sobrevivir.
No puedo asegurar con exactitud cuantos días, meses o quizás años transcurrieron, pero aunque la sensación de estar controlada por un ser malvado continuaba, casi me había acostumbrado a mi nueva vida, vivía entre nenúfares con peces y flores, alguna que otra lata oxidada de coca-cola y mucha paz y tranquilidad... nada que quizás os pueda interesar.
Todo cambió una mañana, una hermosa imagen reflejaba el lago, era una mujer joven y triste que lloraba amargamente a la orilla de aquel estanque. Conocía a aquella mujer, era mi esposa, pero no podía ser porque yo... ¡¡¡¡Era una rana!!! No sabía que hacer ante aquella situación así que con mis pequeñas ancas salté hacía ella, caí en sus pies, temerosa de que pudiese hacerme daño, me quede quieta mirándole con mis ojos saltones intentando demostrarle que la persona por la que lloraba (aunque fuese una rana) iba a estar siempre a su lado.
Una parte de mi tenía un enorme pánico a sufrir algún tipo de daño físico pero la magia hizo su aparición, mi hermosa y triste mujer, me recogió entre sus manos me metió en una caja y me llevo de regreso a lo que un día fue mi hogar. “Espero que no quiera realizar un experimento de biología”, pensé con miedo. Al entrar en casa miles de recuerdos invadieron mi verde cabeza, recuerdos de abrazos, besos, caricias, olores, risas... Sensaciones placenteras recorrieron todo mi ser cuando ella acarició mi lomo con la yema de sus dedos ¿Como podría mostrarle quien era yo?
Me llevó al cuarto de baño y me colocó en la bañera para que estuviese cómoda, era una rana. Esa noche intenté analizar los sucesos que me llevaron a convertirme en un anfibio pero no era capaz, su presencia, su olor, sus lágrimas impedían que la razón gobernase mi mente. No soporto verla llorar. Salté hasta el pomo de la puerta, con mi pequeño tamaño empuje hasta quedarme si fuerzas consiguiendo que la barrera que me impedía llegar hasta mi amada desapareciese, brinque y corrí hasta sentarme de nuevo en su regazo. Ella de pronto se rió y sin pensarlo dos veces me besó.
De nuevo un enorme dolor invadió mi cuerpo, todo se desvaneció ante mis ojos pero era feliz, la horrible sombra malvada que me acompañaba ya no existía. Dormí casi en estado de coma durante días cuando por fin desperté ya no era una rana, era una mujer afortunada de tener como esposa a una mujer maravillosa. El miedo y el orgullo me convirtieron en rana apoderándose de mi, pero el amor y vuestros comentarios han hecho que este aquí de nuevo. Gracias
3 comentarios:
me alegra volver a verte escribir... encantada de que vuelvas x aki!! seguiré leyendo tus cuentos... menos mal que tu mujer te besó! y recupraste tu ser!! bienn!! :P ;)
para variar.. m djaste sin palabras cn el final del estanque lésbico... cuanta razón tienes... como me gustaría que todos esos cuentos salieran a la luz... tú al menos estás logrando que unos cuantos salgan!! enhorabuena!! y gracias!!
Me asusta la idea que hoy descubri tu blog y que ya no escribas ;( sigo leyendo encantada
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