Relato nocturno, las gaviotas o las odias o las amas, como a las lesbianas....
Provengo de una ciudad costera y marinera, el mar con su olor, su humedad y sus constantes cambios ha acompañado toda mi vida marcando un carácter que a veces resulta un poco fuerte para quien no me conoce. Describir el mar y las gentes marineras del norte de España en este blog, parece una proeza demasiado grande, muchos poetas han gastado ríos de tinta intentándolo y basando su obra maestra en ello, así que desde mi humildad dejamos esa parte de la historia para otro momento o quizás para obras de otra índole.
En las ciudades costeras como en la que resido es extraño no encontrar gaviotas volando por entre los tejados o rompiendo el silencio de la noche con sus gritos, a veces si te sientas en un parque en el centro de la ciudad las puedes ver con sus majestuosas alas planeando encima de tu cabeza, demostrando que tienen un perfecto cuerpo aerodinámico diseñado para surcar los cielos y los mares.
Me encanta sentarme en el puerto a observar como llegan y se van los barcos pesqueros, ver como a su vez a las aves saludando y buscando su sustento entre las redes de los marineros. A las gaviotas o las odias o las amas, casi como el universo con las lesbianas.
Hace un par de noches, soñé que era una gaviota surcando el cielo observando a la ciudad desde el aire con mis ojos de pájaro, sumergiéndome entre las olas del mar para volver al cielo a demostrar mi poderío conseguido por la naturaleza. Practicaba un vuelo rasante a gran velocidad por una playa apartada y tropecé con la vista con una preciosa pareja de chicas escondida en unas rocas. Posé mis patas en una pequeña barca que me permitía curiosear y ver a estas mujeres de cerca.
Nunca viera a nadie acariciarse con tal ternura, parecía que las manos de ambas a la hora de tocarse o abrazarse estuviesen tocando un vaso del cristal mas fino y frágil del mundo. Cruzaban e intercambiaban miradas enviándose miles de mensajes y sentimientos en cada pestañeo, hablaban y reían como si nadie ni nada existiese en el mundo mas que ellas.
Incluso llegaron a sacarse la ropa para zambullirse en el frío mar nocturno a la luz de la luna, mostrando sus cuerpos firmes jóvenes y bien formados. Se unieron en el medio de las olas con un beso tierno y pasional, indescriptible para una gaviota como yo, mi pico no me permitía besar a ninguna mujer.
La enamorada pareja se dio cuenta de mi presencia en la lancha de madera y decidieron que formase parte de su juego porque comenzaron a salpicarme agua del mar para que me marchase y eso hice, respetando mi condición de ave cotilla.
Regrese a mi cama, ya en mi cuerpo de mujer, dormí pensando en que esa bella pareja eramos tu y yo, cuando me desperté me invadió una pregunta ¿porque ante tal amor muchos sectores opinan que el lesbianismo es una enfermedad o que no tenemos los mismos derechos? A estas personas les recomiendo que sean gaviotas y observen aunque solo sea por una noche algo mas que su ombligo y sus erróneos principios.
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