Historia de la simpática pareja de duendes féminas que regalan amor con sus rosas. (viene del post “la duendecilla y la rosa” )
Hace miles de años el mundo era muy diferente al que nosotros conocemos actualmente, cientos de seres fantásticos poblaban las montañas y los mares, los bosques y las ciudades. Todos los seres cumplían una función, todos poseían algún poder mágico que solían utilizar para ayudar a los vecinos o bien para defenderse de los enemigos que también existían. Nuestra historia se remonta al alejado valle de las rosas donde habitaban unos fantásticos duendes que se dedicaban a cuidar los rosales mas bellos que jamás pudieron ver ojos humanos ni siquiera imaginarlos.
Estos duendes eran unos seres muy longevos podían llegar a vivir miles de años y tenían unas costumbres sociales muy arraigadas basadas en el respeto a la naturaleza, la magia y el amor; eran comprensivos, pacientes, sabios pero con un enorme defecto eran pequeños y físicamente débiles si los comparábamos con los gnomos, los centauros, los caballos alados o con los gigantes que poblaban las montañas. Por ello desde que nacían se estimulaba su inteligencia y sus múltiples poderes mágicos que algún día relataremos con mas calma.
En este valle de rosas residían Marcela y Jezabel dos duendes hembra jóvenes e impulsivas. Se habían criado juntas, sus familias moraban en rosales cercanos (que decir tiene que estos duendes usaban los propios rosales de hogar) y ellas correteaban, bailaban y aprendían en la escuela casi todo lo que los duendes necesitaban. Les encantaba utilizar las hojas mojadas por el rocío de la mañana para lanzarse a modo de tobogán por ellas o colarse en los hogares de los duendes guerreros para ayudarles a espantar a las plagas o a las abejas demasiado ambiciosas.
Marcela y Jezabel crecieron juntas y tuvieron sus amores en el valle tanto duendecillos como duendecillas, pero en el fondo ellas sabían que mas que amistad lo que sentían era amor. Un día se besaron y desde ese momento ninguna de las dos fue capaz de separarse de la otra. Incluso llegaron a construir un pequeño escondite en unos rosales azules que nadie utilizaba ya, donde daban rienda suelta a su amor y a su imaginación.
En su mundo, el respeto al amor y a la pareja era excesivamente elevado y cuando una pareja quería casarse, tenía que superar las pruebas que los ancianos indicasen para poder ser lo que nosotros conocemos como matrimonio. Como los sabios del valle consideraban a las inocentes duendes demasiado juguetonas para poder tener una familia, decidieron que Marcela y Jezabel viviesen fuera del valle tres días sin la protección de los demás vecinos.
No conocían mas que los rosales, los arboles, ríos, el resto de seres eran totalmente extraños para ellas. Trazaron un plan, construyeron un refugio en el tronco de un viejo roble para no pasar frío, negociaron con una paloma vigilancia y protección a cambio de hojas de rosas y utilizaron un truco mágico que habían aprendido en la escuela de duendes a convertirse en invisibles ante cualquier peligro desconocido.
Al pasar los tres días al valle de los rosales, las recibieron con vítores y alegría y vivieron en el valle durante muchos años, amándose felizmente con el apoyo de los suyos.
2 comentarios:
Bueno, no está mal el cuentecillo de duendes pero al igual que "el código daVinci" tiene un final precipitado, para mi gusto. me gusta mucho el principio... bicos wapa, seguiré leyendo tus cuentecitos.
jaja de lo bueno poco lisa, me gusta el mundo de fantasias al que trasportas con tus palabras .. Gracias por tus post
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