Relato de una extraña pareja y de la flor mas utilizada en el amor, quizás os sirva para entender porque algunas cosas se convierten en simbolos utilizados para conquistar a una dama.
Dormía plácidamente en mi cama después de un largo día de trabajo y estrés, me gusta meterme en la cama y taparme hasta las orejas a escuchar el silencio, esa noche por fin conseguía relajarme, estaba en esa fase del sueño entre la realidad y el nirvana el momento en el que no se distingue si estas despierta o en el paraíso del descanso y la imaginación, me encanta ese momento de ensoñación.
Algo se movió encima de mi escritorio, supuse sería una ráfaga de viento agitando alguna de las hojas siempre desperdigadas o quizás las tres rosas que había adoptado esta tarde y que acompañaban la decoración de mi hogar, no le presté atención y decidí seguir en mi estado de descanso y relax. Comencé a escuchar una preciosa canción tocada con una flauta dulce, era una melodía alegre y divertida, tanto, que los dedos de mis pies se movía al ritmo de esa alegre composición musical (lo cual me hizo darme cuenta que no soñaba ese barullo salía de la mesa).
Me levante despacio de la cama e intente fijar la vista para averiguar de donde provenía el alboroto. Descubrí algo sorprendente, dos pequeños seres de color verde correteaban por la mesa de madera, brincando y bailando al ritmo de la flauta. Realmente no eran verdes, llevaban unas ropas de ese color, con unos gorros muy graciosos y unas botas marrones, eran igualitos que las ilustraciones de los cuentos de duendes. Los observe detenidamente durante unos minutos, eran duendecillos hembra, tenían unos pequeños y formados pechos y debajo del gorro parecían llevar unos recogidos de flores en el pelo.
-Buenas noches-me dijo una de las duendecillas.
-Hola-respondí, quizás un poco asustada.
Me quede con la boca abierta, mirando como dos seres fantásticos tenían una fiesta montada en mi cuarto. No me atrevía ni a toser. Eran ágiles y hermosas y desprendían tal alegría que me daban ganas de ponerme encima de los folios a bailar con ellas.
-¿Quienes sois?-pregunte
- Somos las guardianas de las rosas, nos encargamos de cuidar estas flores y como tú siempre tienes algunas, hemos venido aquí.
Relataron su historia, las duendecillas hace miles de años vivían en unos campos donde solamente nacían rosas, las mujeres duende eran felices en esos campos manteniendo, cuidando y mimando los rosales. Pero el ser humano decidió que en esos campos se iban a construir castillos y ciudades, poco a poco esas rosaledas desparecieron y con ellas estos diminutos seres, que ahora persiguen las rosas para cuidarlas y disfrutar de su olor y presencia.
La fantástica pareja, era eso, pareja. En su mundo solo se unían en matrimonio aquellos que estuviesen realmente enamorados, tengamos en cuenta que tienen una longevidad milenaria, así que para casarse tuvieron que superar miles de pruebas para demostrar al resto de residentes del campo de rosas que podían ser felices para siempre. Algún día os contaré esa historia.
Cuando consumaron su amor prometieron que las rosas procedentes de su rosaleda, solo las podrían cuidar aquellas personas que estuviesen realmente enamoradas, ademas, si esto se cumplía, si una de las personas regalaba una rosa, las duendecillas se encargaban de que esa flor desprendiese una fragancia que prolongase el amor e hiciese que cada recuerdo de pareja fuese inolvidable, por lo menos, mientras la rosa se mantuviese fresca.
Si la rosa se marchitaba en un tiempo prudencial toda esta magia se mantenía en el tiempo, mientras la pareja recordase el momento del regalo de la flor, el resto dependía de ellos.
Lógicamente mis nuevas amigas me recomendaron regalar un rosal, ya que así no solo las rosas estarían mas frescas y sanas, ellas podrían seguir regalando amor y pasión, teniendo un lugar donde su amor longevo podría durar mucho mucho mas tiempo.
Si amáis a alguien regalad una rosa y no os olvidéis de dejar un hueco para las duendecillas del amor.
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