Si amas a alguien intentas no hacerle daño jamás
Hace muchos muchos años una historia sacudió el mundo mágico, cambiando la vida de dos seres fantásticos y hermosos, ciertas cosas jamás se deben olvidar.
Ella era un ser oscuro, a veces cruel y malvado, podía sentir amor y tristeza, su sensibilidad era extrema y su pálida belleza enamoraba a quien la miraba poniendo en peligro en la mayoría de los casos su existencia. Era una vampira, hermosa, inmortal, poderosa y peligrosa. Un halo de misterio rodeaba todos sus movimientos y su mirada denotaba en algunos momentos fugaces un brillo de bondad y quizás de humanidad.
En el reino la temían, por su condición buscaba presas fáciles para alimentarse provocando estragos, dolor y pena en todo lo que la rodeaba, incluso en ella misma. Paseaba por los bosques, se colaba entre las alcobas de los palacios, disfrutaba de las fiestas, mostrando siempre un gesto de dureza que no siempre era real.
En nuestro mundo mágico un ser amaba a esta hermosa, cruel y temeraria vampira. Una dama del bosque, protectora de los animales y la vida, defensora y guardiana de los secretos de los bosques encantados. Creadora de vida, torre de vigía de los campesinos que habitaban en sus fronteras invisibles de la naturaleza.
La dama observaba al oscuro ser desde las copas de los árboles, provocando a veces que la vampira no tuviese alimento vivo que llevarse a la boca, descubría a lo lejos la soledad y la tristeza que acompañaban a la malvada o quizás no tanto, mujer cazadora de sangre. La temía y la adoraba, a la dama le fascinaba la blanca piel del ser nocturno, esos ojos profundos y antiguos tanto o más que ella.
Una noche cansada de vigilar a su amada a lo lejos, decidió acercarse a ella a sabiendas del peligro que corría, se enfundo su mejor traje de gala y con temor en el cuerpo se le presentó utilizando como defensa la bruma de la noche.
-¿A donde vas?-preguntó la dama
-¿No me temes?-sonrío orgullosa el vampiro mujer
-No, yo guardo y protejo este lugar, sé que no me vas a creer pero también te protejo a ti-
-¿A mí? Aléjate eres demasiado hermosa para que estropee tu belleza, no quiero hacerte daño- dijo socarrona la vampira
-Te salvo de tu soledad- con esta frase, la dama desapareció de los ojos de la vampira.
Durante meses y no acostumbrada a tal atrevimiento el nocturno ser busco sin resultado a la dama del bosque, que divertida, seguía sus pasos, haciendo siempre algo que provocase el enfado o la risa de la tenebre mujer. Una noche vio llorando a su oscuro fetiche no pudiendo evitar colocarse a menos de cinco centímetros de ella para consolarla, arriesgándose a perder su vida por amor.
-No me temas, para ti no soy cazadora, soy un conejo en las fauces de un lobo. He intentado provocarte daño y no he sido capaz, déjame amarte como sé que lo haces conmigo.
Desde esa noche, la dama del bosque y la vampira, vagan juntas respetando el espíritu protector de la dama y calmando el terrible instinto cazador de un ser nacido y creado para beber sangre. Si amas a alguien aprendes a no hacerle daño, si amas aprecias la vida y por ello cuidas y mimas lo que te rodea evitando todo mal a aquello que amas, tu mujer.
1 comentario:
Me encantan tus moralejas disfruto cada una de tus historias,me habria encantado que me la leyeran de niña :D
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