Los lugares, los momentos y los recuerdos gratos suelen estar acompañados de una grata compañía.
Siempre me venías a recoger a la puerta del trabajo, siempre me gusto ese detalle me hacía sentir importante como una reina mimada y protegida. Tenias un coche pequeño y gracioso y estaba casi mas mimado que esta servidora, llevaba peluches en todos los rincones, en el salpicadero en la bandeja, etc. intentabas darle un toque personal con olores especiales que me encantaban y a veces aunque no lo reconociese tenían ciertos efectos sobre mi libido.
El coche para nosotras era algo más que un simple vehículo, pertenecía a nuestra pequeña familia; las conversaciones intimas y románticas, las declaraciones de amor mas sinceras e incluso las pequeñas discusiones de pareja sucedían en nuestra mini casa. Incluso lo habías bautizado se llamaba Cristian.
Esa noche quería jugar contigo, estabas especialmente hermosa y radiante, ese perfume que llevabas me excitaba de sobremanera y tu sola presencia provocaba que mi corazón se acelerase y que una ligera humedad invadiese mi entrepierna. Busque una excusa para que me llevases con el coche a dar un paseo a una playa alejada, playa a la que íbamos en nuestros momentos de ternura a disfrutar del mar y las arena con la única compañía de las estrellas.
Durante el camino coloque mi mano entre tus muslos mientras apretabas el acelerador y el embrague cambiando de marchas tan profesionalmente como el mejor piloto del mundo. Bese tu cuello suavemente en un par de semáforos en rojo escandalizando a los coches de el carril de al lado . Tanta provocación tuvo su fruto, aparcamos al lado de la arena con la increíble vista del mar nocturno. Me besaste con locura y pasión, acaricie tu cuerpo mientras recostábamos los asientos para estar mas cómodas y tener mayor movilidad para sentir nuestros cuerpos ardientes y calurosos.
El coche comenzó a volar pero en nuestro estado ni cuenta nos dimos de ese detalle, Cristian nos llevo a un castillo donde nos encontramos con una cama enorme y todo lujo de detalles, hasta una bandeja con las frutas mas exóticas y eróticas que la temporada podía dar.
Como si de un mayordomo se tratase el coche desapareció y se fue a un parking cercano.
Desde nuestro palacio en el cielo, en nuestra cama de ensueño hicimos el amor mojando casi todo lo que tocábamos. Nuestros corazones latieron al unisono y nuestras almas temblaron a la vez cayendo nuestros cuerpos rendidos y relajados en una noche que difícilmente olvidaremos.
Por la mañana Cristian nos entrego de nuevo al mundo frío del trabajo, el asfalto y el stress, a pesar de todo descubrimos que lo importante no es el sitio lo que realmente importa es el sentimiento y la persona que te acompaña.
Amad cada día a las personas que os rodean y haced el amor entregando a cada instante cada poro de vuestra piel, os puedo asegurar que el castillo en el cielo al cual nos llevo el coche existe
1 comentario:
Haces que quiera gritar ante tanta pasion :d
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