miércoles, 20 de agosto de 2008

Historia de amor de una anciana.

No todo el mundo puede vivir con naturalidad lo que siente pero a veces lo triste se convierte en agradable algunas ancianas lésbicas solo tienen recuerdos...

La mujer de cabellos canosos acariciaba un viejo libro con tapas de cuero desgastadas mientras sus vivos e inteligentes ojos parecían buscar algún nuevo detalle en aquella antigua fotografía en blanco y negro que colgaba de la pared de su salón, una pequeña sonrisa asomaba a sus labios cada vez que observaba a la mujer en bañador que adornaba aquel cuarto decorado acorde con la edad de la venerable anciana que cariñosamente cuidaba y vigilaba todos los detalles de la casa donde residía, todo estaba en perfecto orden.

Muchos la llamaban la solterona porque nadie le había conocido ni novio ni marido y extrañas historias rodeaban a aquella simpática mujer. Nuestra protagonista era muy afable, gustaba de contar cuentos a los más jóvenes y participaba en las reuniones para mayores de la asociación de vecinos de su barrio, practicaba bailes de salón y era una experta en el arte de coser, en el fondo era una abuela muy presumida y femenina.

Una lluviosa tarde de verano, viendo a los niños jugar bajo las gotas de agua que caían incesantemente del cielo, decidió invitar a los pequeños a una merienda en su casa. Los niños aceptaron encantados aquella invitación y todos corrieron a sentarse al rededor de la abuela. Entre los pequeños se encontraba una hermosa joven de apenas quince años que apenas artículo palabra hasta que los niños uno por uno se retiraron a su hogar.

-Abuela ¿porque no te has casado?-pregunto la muchacha

-Por que no me lo han permitido-respondió la anciana señalando la fotografía.

Entonces la canosa mujer se sentó y comenzó a contar una hermosa historia.

“Hace muchos muchos años, conocí al único y gran amor de mi vida, esa chica con ese horrible bañador que ves en esa foto, tenía más o menos tu edad y aunque eran otros tiempos , ya nos interesaba como ahora el amor. Las chicas se casaban muy jóvenes, a veces por decisión de los padres, a veces realmente por decisión propia... para ser sincera nunca me había fijado en ningún hombre pero esa chica golpeaba mi mente y mi corazón durante día y noche.

Pasábamos tardes enteras en el río nadando y jugando, paseábamos por los campos e íbamos a robar la fruta de los arboles para sentarnos en un escondido rincón a leer poemas de amor mientras nos deleitábamos con aquellos traviesos trofeos frutales. Una tarde sin saber como, nos besamos.

Aquel beso me pareció gloria pero en aquella época aquello era un pecado y casi un crimen ¡¡¡¡¡Dos mujeres jamás podrían estar juntas!!!! es más muy pocas mujeres eran independientes de los hombres, solo se nos permitía trabajar cuidando a un marido o a unos hijos....

Se convirtió en nuestro secreto durante años, conseguimos librarnos con excusas de nuestros pretendientes e incluso logramos compartir los más hermosos años de nuestra vida, pero una terrible enfermedad hizo que Dios se la llevase demasiado pronto a su lado, pero no estoy triste porque sé que algún día nos reuniremos e iremos a jugar al río de nuevo...”

-Esa historia es muy triste abuela-dijo la joven.

-No lo es, si no la hubiese conocido estaría casada con un buen hombre al que jamás podría amar y ella tuvo a su lado a una persona que la cuido cada segundo de su vida, ella me hizo feliz y hace que sea feliz a cada segundo...

La anciana se quedo dormida en cuanto la muchacha se marcho,como el resto de los niños, a su casa.

El sueño la llevo a su juventud y soñó feliz con dos mujeres tribadistas amándose a escondidas del mundo, notando a cada momento el placer de sentir el corazón de la persona que la hizo feliz por siempre.

No permitamos que esto le suceda a nuestras hijas, el amor debe ser siempre libre.




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