Cualquier adversidad, cualquier temor, cualquier problema se puede solucionar, todo en esta vida con amor se puede solucionar...
Cuando llegaba la hora de dormir y descansar, poco después de cenar, nunca me apetecía dormir quería seguir investigando y jugando en este a veces increíble mundo en el cual vivimos. Mis padres cansados ya de intentar convencerme, me relataban la historia del hombre del saco, que secuestraba a las niñas malas para comérselas después... tenía tal efecto sobre mí que automáticamente me cepillaba los dientes y corría hacía mi pequeño y confortable lecho para ser una niña ejemplar durmiéndome pronto.
Lógicamente me hice mayor y estas historias infantiles se fueron disipando de mi mente, pero a veces los niños tienen una visión de la realidad mejor que la nuestra. En un lugar lejano y olvidado de los mapas del mundo, algo terrible estaba sucediendo, muchas mujeres hermosas y jóvenes estaban desapareciendo repentinamente sin dejar rastro. Las autoridades de aquel lugar no sabían que hacer, temían por las vidas de estas ninfas, nada conocían de su desaparición... Cientos de personas por curiosidad se acercaron a aquel lugar y como la curiosidad mató al gato allí me presente para colaborar.
Una noche algo irrumpió en mi habitación, era una mujer enorme casi gigantesca con una fuerza descomunal, tenía unos rasgos faciales muy marcados con una verruga horrible en su nariz además su olor era fuerte y desagradable. Me levantó en el aire como si fuese una pluma y como en mis peores pesadillas nocturnas me metió en su saco.
Cuando me desperté estaba en una húmeda y oscura caverna rodeada de un montón de hermosas y bellas mujeres tan asustadas como yo. Una de esas chicas, no sabría explicar la razón, llamó mi atención. Parecía dulce y noble, me acerque a ella sigilosamente para que esa mujer del saco no viese mis intenciones, escribí una nota con un bolígrafo que llevaba en el bolsillo “Te sacaré de aquí”. La chica sonrió.
En la parte superior de la cueva, una ventana le daba luz a la cueva, era como una grieta de una montaña, desde nuestra jaula de madera y siendo todas las que eramos era fácil llegar a ella y escapar, el problema era, deshacernos de tal horrible monstruo.
La chica me respondió en una nota, “sé cuando se marcha de la cueva” así que tramamos un plan. Con nuestros pijamas, cintos, sujetadores, y algunas de las cuerdas que sujetaban los troncos de la jaula, fabricamos una cuerda gigantesca además una de las muchachas secuestradas conocía los nudos de los marineros, así que nuestra escalera hacia la libertad era segura y estable.
Apenas teníamos cuatro horas para huir, en cuanto la mujer del saco salió de su pestilente escondrijo me subí trepando por los barrotes hacía lo más alto de la carcelera torre, llevando en mi cintura el inicio de la cuerda enroscada.
Al llegar arriba sujete la cuerda en un lugar seguro les hice un gesto y poco a poco todas las mujeres fueron trepando ayudándose mutuamente, en un tiempo récord conseguimos salir de la cueva.
La dulce chica me besó en los labios, haciendo temblar mi corazón como si de una hoja se tratase.
Corrimos hasta el agotamiento, buscando refugio donde podíamos dejando el menor rastro posible, cuando por fin nos encontramos a salvo, la besé yo a ella, jamás nos separamos y fuimos felices para siempre.
Las autoridades descubrieron el refugio de la mujer del saco y no sé que sucedió con ella, pero nunca más hizo daño a una mujer,
1 comentario:
jeje si conseguire al amor de vida que metan a ese saco :D
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