miércoles, 11 de noviembre de 2009

La anti-sistema y la “chica clásica”

Basada en una historia real esta es la demostración empírica de que los polos opuestos se pueden atraer además una manera de demostrar que existen lesbianas de todo tipo lo de las camisas de cuadros ya no se lleva...

Era una chica rebelde luchaba por un mundo mejor, su estética gritaba por todos los lados lesbiana y revolucionaria camisetas ajustadas del Ché, boinas con la bandera de la II república española, palestinas todo eso mezclado con un pelo corto engominado formando pinchos y acompañado por unas botas militares. Le gustaba leer, le apasionaba el cine clásico y se pasaba horas en movimientos sociales o manifestaciones según cuadrase el día.

Estaba soltera y no tenía la menor intención de tener una novia formal aunque en aquellos momentos no lo reconociese tenía miedo a que le hiriesen lo único contra lo que ella no se podía rebelar, su corazón. Como buena rebelde y joven de veinticinco años le encantaba salir de fiesta, así que esa noche cuando su amigo de toda la vida la fue a buscar, no pensó en lo que llevaba puesto y se fue de marcha dispuesta a terminar con todas las botellas de ron del local. Entre chupito y chupito al final de la noche se fue con su amigo heterosexual a su bar de ambiente preferido a ver que encontraba para terminar la fiesta.

Nada más llegar al local una amiga fue corriendo a saludarla “Vaya horas chica, alguien te quiere conocer”. Siguió a su amiga hasta la barra del local y la vio era estéticamente todo lo contrario a ella, pelo suelto y liso, ropa elegante... aquella chica desprendía un aire de timidez que jamás había visto en un local gay, realmente parecía sacada de un colegio privado o algo parecido, pero el corazón de la rebelde se desboco. La chica anti-sistema se quedo mirando a los ojos grandes y hermosos que la miraban como si la estuviesen analizando centímetro a centímetro. Después de una presentación un tanto extravagante de la amiga en común y unas cervezas sumadas a los chupitos anteriores encima, la rebelde se atrevió a hacer una declaración “hasta que seas mía no voy a parar” lo que provoco una carcajada a su recién presentada amiga.

Durante las siguientes semanas se hicieron muy amigas, hablaban de filosofía, de cine, de libros, se contaban intimidades y como en toda relación de lesbianas que se precie se consolaron mutuamente por el daño sus malvadas ex les habían infligido. Nadie se explicaba como aquellas dos mujeres a simple vista tan diferentes se podían llevar tan sumamente bien, desde fuera era como si un ángel y un diablo se hiciesen íntimos amigos y creédmelo se hicieron tan amigas que a la valiente y lanzada rebelde le costo un ataque de celos poder besar a su nueva amiga. Tanto se enamoró de ella que se sentía como una niña de quince años cada vez que la miraba a los ojos, temblaba de pies a cabeza.

Se besaron si, después de semanas de cortejos y largos cafés hasta horas de la madrugada, se besaron en la puerta de un local, no pudieron explicar lo que en aquel beso sintieron pero desde aquel momento y en aquel segundo fueron conscientes de que les iba a ser muy complicado separarse la una de la otra, ese beso abrió la caja de Pandora escondida en el pecho de ambas y marco el inicio de una relación larga pero no sin complicaciones.

CONTINUARÁ

No hay comentarios:

palyginti kainas