miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sirena Urbana (canto de sirena lésbico)

Quien sabe cuantas mujeres se ven hechizadas por el canto de alguna sirena urbana...

Dicen que Ulises  en su regreso a Itaca,  fue capaz de escapar de los cantos de las sirenas que llevaban a los marineros a la perdición, tapando los oídos de sus marineros con cera y ordenando que lo atasen a él al mástil,  ya que deseaba escuchar aquellos cánticos capaz de hacer enloquecer al más fiero y valiente hombre, que aún a sabiendas que aquellos cánticos lo llevarían a la muerte, se acercaba a las sirenas por aquella atracción imposible de resistir.

Al igual que Ulises, en mi regreso a casa después del trabajo, un canto de sirena me llevaba a la perdición. Una voz que removía mis entrañas y me hacía enloquecer hasta caer exhausta en el sofá o en el suelo e incluso en la cama. Aquella voz no me llevaba al fondo de los oscuros y fríos océanos, me trasladaba al vaivén de tus caderas, a la precisión de tus manos, a la suavidad de las yemas de tus dedos. Pero aquel canto de sirena, era mucho más peligroso que el de el héroe mitológico, se componía además, del enloquecedor aroma de una mujer, impregnado en mi ropa de cama, en mi camisón o en mi ropa interior atravesando mis glándulas olfativas provocando que mi cuerpo reaccionase como si me hubiesen inyectado un afrodisiaco sin antídoto conocido.

Yo no quería que me tapasen los oídos con cera para escapar de los cantos, ni deseaba que me atasen para disfrutar de ellos sin lanzarme por la borda. Deseaba ser atrapada cada vez más por aquel encanto sobre natural que despertaba todos mis instintos femeninos, incluso los más ocultos, los que algunos creen que las mujeres ni poseemos. Los celos me devoraban aunque era conocedora que ninguna otra te poseía, la pasión me desbordaba hasta el punto de necesitar calmar mis instintos aunque fuese a solas, el amor rodeaba mi existencia casi hasta el punto de hacerme enloquecer.

El canto de aquella sirena cada vez, se hacía más sugerente. Su mirada estudiada, sus ojos misteriosos y profundos, removían mi conciencia y mi subconsciente, llevándome con ella incluso en mis sueños más secretos y profundos, estaba totalmente entregada aquella sirena de ciudad aunque temía poder ser rechazada por aquel ser divino imposible de resistir.

Me atreví a besarla, temerosa de que alguna otra bucanera osase a sellar aquellos carnosos labios antes que yo diese el primer paso de lanzarme al vacío sin salvavidas. No elegí el sitio mas romántico, ni el más sensual, ni siquiera el más solitario para degustar aquel momento en el que por fin dí el paso hacía aquella hembra que disparaba todas las alarmas de mi alma de mujer. Durante aquellos segundos, minutos u horas, ya ni lo recuerdo, su cuerpo templo bajo el mío como si ella también escuchase aquellos cantos hipnóticos que la llevaban a un vacío desconocido, compartiendo la incertidumbre de si lo que ambas sentíamos en aquel instante era real.

Y lo fue. Pasaron los días, los meses, los años... y el canto de sirena, tu voz, tu olor, tus ojos, tu curvas... me siguen trasladando a un océano húmedo pero ahora cálido, que aunque físicamente no te encuentres a mi lado, siguen despertando mis instintos más profundos y ocultos y sigo sin querer escapar de ello, al contrario que Ulises yo no quiero que me aten al mástil, deseo que me amarres a ti.

1 comentario:

Poetica dijo...

mmmmmmmm...
Ok...
Ulises y su cuento...
Y tu y tu poesias....mmmmm.. me quedo con vos....

palyginti kainas